Posts in "Del baúl de los recuerdos"

Mi cumpleaños 36

Hay una cierta edad en la vida de un hombre en la que cumplir años empieza a convertirse en una ceremonia prescindible y con la cual dejan de molestarnos los olvidos, las llamadas tardías y todas las convenciones sociales que acompañan a la fecha natalicia. No sé cuándo me llegó esa época (sombría y aburrida, dirían muchos) pero estoy seguro de que en el 2004 yo todavía quería ser el centro de atención, ser felicitado, que se me cantara cumpleaños y ver el asesinado a puras puñaladas de algún infeliz bizcocho de la Pastelería del Jardín o de Bondelic. Mi cumpleaños 36 es, hasta el momento, el más tétrico de todos los que he tenido hasta ahora.

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Leoncio, el mendigo que no mendigaba

Recuerdo que hace muchos años, en la Sarasota esquina Abraham Lincoln, se ubicaba un minusválido llamado Leoncio (aunque no estoy muy seguro del nombre). Se le adivinaba pobre y humilde nomás de verle, pero siempre vestía saco y corbata aunque sus deformes piernas colgaran saliendo de los ruedos de un pantalón remendado. Leoncio técnicamente no pedía dinero a nadie, sino que la gente le daba espontáneamente, casi como si fuera un peaje. ¿Cómo lo lograba? En su silla de ruedas se trasladaba junto a los autos que esperaban la luz verde y le decía a cada conductor una frase positiva, acompañada de una sonrisa asombrosamente perfecta para alguien que, supuestamente, estaba en una precaria situación.

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Save your memories…

Me atrapó un poco la nostalgia hoy. Leyendo Mashable me entero de que Yahoo! ha decidido cerrar definitivamente a GeoCities, la que fuera la primera “blogósfera” de Internet. Como todo geek de esos primeros años de la web, yo tuve mi página en GeoCities, así como en otros sitios similares, sin embargo, no conservo ninguna de ellas, ni las he podido encontrar en The Internet Archive.

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Fantasmas de mi niñez: El Marlin Azul

No sé cuántos rompecabezas armamos pero en mis recuerdos fueron muchos (hay que contar con el “factor exagerativo” que da la distancia en el tiempo). Recuerdo que ella me enseñó que luego de completarlos es buena idea ponerles una fina capa de barniz transparente por encima y pegarlos de alguna pieza de cartón o plywood para conservarlos. En su casa muchos de los cuadros eran rompecabezas con escenas muy placenteras de ríos y bosques… Casi todos eran de mediano tamaño, excepto uno, enorme, que estaba en cuatro secciones guardado en un armario. Ella decía que era su principal logro: ¡Un rompecabezas de 5mil piezas!

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