La actividad efectuada el pasado domingo, #RDMarcha, tiene muchas lecturas, y creo que todas son positivas. Tanto es así que hasta funcionarios encumbrados del gobierno como José Ramón Peralta, Gustavo MontalvoMargarita Cedeño han expresado simpatía en los reclamos de la marcha (que sean creíbles y sinceros es otro tema, ¿no?).

Cuestionar el éxito de #RDMarcha es un ejercicio innecesario. Fue exitosa y no cabe dudas de ello; aunque desconozco si fue tanto más o tanto menos que lo que esperaban sus promotores. Quizás es por eso que ha surgido un afán por medir la marcha, por cuantificarla, por determinar su tamaño, exacto o aproximado. Buscamos un número, una cifra que nos permita asignarle un lugar en algún escalafón, un top-10 de “marchas multitudinarias de la historia reciente”.

Y esto me parece peligroso.

Foto de Diario Libre sobre #RDMarcha

Si ni los organizadores ni el gobierno han ofrecido una cifra creíble y demostrable sobre el tamaño de la marcha, todo lo que estamos haciendo es especular. Y como especulando somos tan buenos, a la marcha fueron entre 10 mil y 126 mil personas. Un mínimo y un máximo que dan fe de lo tozudos que estamos siendo con una nimiedad.

Quede claro: Intentar cuantificar el tamaño de una multitud es un ejercicio retador y cualquiera que se precie de investigador de mercado se aplicaría a ello con interés. Sin embargo, el problema con #RDMarcha es que las fotos y vídeos existentes arrojan estimados demasiado disímiles. Pero sobre todo, llegar a una cifra no le va a añadir ni a restar un ápice de impacto a lo que ya se ha logrado.

¿Debió medirse el tamaño de #RDMarcha? Creo que sí. Estoy seguro de que los organizadores del evento no trabajaban para exhibir un número y llenarse la boca con ello, pero era buena idea tomar esa precaución. Aunque fuera solo para fines de logística, convenía saber cuántas personas apoyaron la iniciativa.

¿Debe intentarse medir “a mano pelá” el tamaño de #RDMarcha luego de que pasó? Creo que no. ¿Por qué? Pues porque no existe una manera realista o científica de hacer un calculo post-mortem que sea satisfactorio.

—¡Pero si hay montones de selfies, fotos y vídeos de la gente!
—Sí, pero no sirven para esto.
—¿Anjá, y los drones?

—Tampoco. A pesar de que hubo varios drones capturando muchos aspectos de la marcha desde el aire, no parece haber un conjunto de fotos hecho específicamente para determinar el tamaño de la multitud.
—¿Y si juntamos todas las fotos?
—No, no se puede porque para este tipo de cosas se requiere un trabajo realizado con un criterio deliberado y especializado.
—Pero hay muchas formas de estimar una multitud
—Y ningún método te va a dar un número con el que todos van a estar conformes.

¿Entonces qué?

Simplemente quitarse ese improductivo afán de querer llegar a un número y concentrarse en los próximos pasos. Yo no soy quien para decirle a nadie qué hacer, pero si los organizadores no se ocuparon de tener métodos de medición formales para la marcha, no deberían aupar ningún cálculo y prepararse para cuantificar la próxima actividad. El tamaño de la marcha fue “una barsa de gente”, aunque ya nos enseñara Pablo Tactuck que “una barsa no es un número”.

Además

Insistir en una cifra fantástica como las 126 mil personas o “más de 100 mil” como muchos dicen, se puede convertir en el peor cuchillo para el movimiento.

Piensen por un momento lo que pasará en el próximo evento (sea marcha, concierto, vigilia o whatever). Lo primero es que habrá gente (del gobierno, de los medios, de los empresarios…) contando la asistencia, cuantificando cuidadosa y científicamente la cosa.

¿Qué pasaría si los números de un segundo evento dan …. 65 mil personas? ¿O 35 mil? ¿O menos de ahí? ¿Cómo justificar que un movimiento social pase de 126 mil personas a una fracción de esa cantidad? ¿Que la gente abandona la lucha?

Por todo esto, creo que no conviene que se siga insistiendo en los 126 mil ni en ningún número, sin apoyo científico. A estas alturas, es mejor pensar en una cifra modesta, al ojo porciento y apalancar el éxito de la marcha del domingo para conseguir un segundo golpe que esta vez sí vamos a procurar “medir al chele”.

Y esos son mis dos cheles sobre este tema.

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