De Yaqui Núñez Del Risco hablarán decenas de personas con más propiedad y justicia que yo. Su familia, sus amigos (los pocos que tuvo que fueron ciertos), y seguramente también muchos que lo adversaron, quizás solapadamente para guardar las apariencias. Mucha gente contará los detalles desconocidos, las anécdotas que no recordábamos y subirá el coro de loas, las que aunque sean muchas y todas merecidas, con todo, no harán sombra a su ausencia.

De Yaqui, ya así a secas, se dirá mucho, pero a la vez nunca suficiente. Y quizás esa paradoja será nuestra condena, que mientras la vida nos quita lo único que nos podía quitar, su legado, ese que no se muere mientras a alguien le importe, probablemente nunca tendrá el sitial que debió tener mucho antes de este lunes tan agrio.

Muchos lo llamarán “maestro”, y me parece un calificativo apropiado. A mí me enseñó mucho, aunque nunca lo supo y nunca se lo pude decir. Porque esa es parte inmensa de su gloria, que tras de sí dejó un pueblo al que educó, al que le brindó esa maravillosa “cultura con sabrosura” que nadie ha podido igualar, y aun sabiendo que se daba a sí mismo con cada genial metáfora que flotaba de sus labios como si tal cosa, no reclamó para sí el mérito que le correspondía. Ese Yaqui, el que soberanamente ignoramos y que ahora alabaremos, ese hace falta… Porque si no somos ese Yaqui, si no somos como ese Yaqui, lo seguiremos ignorando.

Yaqui Núñez Del Risco

Yaqui Núñez Del Risco

Hace falta Yaqui. Ese cuyo ejemplo reluce y deslumbra. El uso que dio al micrófono y a las cámaras de televisión, es tan inmenso que probablemente intimida. Pero… ¿qué seríamos si no hubiera habido Yaqui? Se me antoja pensar que Yaqui, con su verticalidad y su diáfano ejercicio sirvió como un dique de amortiguación, una especie de represa que desaceleró la decadencia mediática en la que estamos sumidos. Hoy día pocos, si alguno, se ocupan de educar al pueblo desde sus espacios.

Hace falta Yaqui. No el que se nos fue, que cansado estaba, doblegado a un silencio cruel, pero al que no le podíamos pedir ni una sílaba más de virtud. Ese Yaqui no debería hacernos falta (aunque, en el fondo, el vacío sea visceral). El Yaqui que hace falta es el que aún no vemos en los medios, el que debió prender en el alma de sus autoproclamados “alumnos”. El Yaqui que hace falta es el que debió tomar el relevo de Yaqui, el que debió educar, sembrar y hacer parir la mente de la gente con ideas, con principios, con respeto, con alegría fundamentada. El Yaqui que hace falta es el que no grita, el que no denigra, el que no mutila la lengua, el que la engalana, la dignifica. Hace falta Yaqui, el que debió quedar del ejemplo de Yaqui.

El Yaqui que hace falta es el que asuma la televisión, la radio, la prensa, su blog, su Twitter, su Instagram, su vida, y la consagre a educar a los demás, a exponer sus ideas con audaz elegancia y con respeto. Hace falta que seamos Yaqui, que con sencillez seamos luz, que con dignidad seamos sencillos.

Ojalá ese Yaqui llegue pronto, que se reproduzca en todas partes. Ojalá ese afán de educar que tuvo Yaqui prenda en los presentadores de hoy, ojalá su aura fumigue los camerinos, las redacciones, los blogs y todo lo que nos permite usar la palabra y acabe con todas las mediocridades que como mala hierba nos ahogan.

Ojalá… Yaqui. Ojalá que llegues y no te vayas nunca.

4 Comments El Yaqui que hace falta

  1. Hilda Cristina Ceballos Polanco

    Totalmente de acuerdo contigo Darío, porque da pena ver en nuestra programación, la falta de una buena dicción comunicación, presencia, y una las palabras obscenas y descompuestas que usan muchos en la televisión. Recuerdo que Yaqui fue Profesor en la O&M, de Relaciones Públicas de mi hermano Victor; y que yo disfrutaba de su Cultura con Sabrosura.

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  2. pulsarbeta

    Todos los que necesitamos a ese Yaqui, antes de llamarle “maestro”, que pongamos delante eso que propalamos como lo aprendido de su apostolado en la comunicación. Que no se atreva uno a hacer uso de la palabra y decir que le admiraba, si no lo hace notar. ¡Ay de ese!

    Gracias Dario.

    Saludos HAL.
    pb

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    1. Darío Martínez Batlle

      Apropiada nota, Pulsar. Hoy he visto (como sospechaba) a una cantidad de sujetos y sujetas abrazando la imagen de Yaqui pero con unas lagunas ortográficas y redaccionales que meten miedo. Será extrañado. Ojalá que quienes sí quieren tomar el relevo (porque los hay, no cabe duda) lo conviertan en apostolado.

      La comunicación merece que todos seamos Yaqui.

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  3. Walkiria E.

    Una de las cosas mas notables y que para mi es lo mas inmitable de este hombre, es su afán por enseñar. Su deseo de educar, de compartir lo que tenía y no quedarse con eso. Loable.

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