Con frecuencia miro hacia adentro, y “adentro” tiene muchos significados. Mayormente me miro por dentro, con ojo muy crítico, buscando encontrar mis cucarachas morales para pisotearlas y avanzar un poquito en ese afán de ser una mejor persona. Otras veces, “adentro” es mi casa, mi entorno, mi cercanía. Algunas veces más, “adentro” es mi país, la República Dominicana, una patria atropellada en la que mis otros adentros aún quieren creer.

Veo mi país y no puedo menos que sentirme agobiado por la erosión que la vagabundería ha afectado las columnas de moralidad que mi memoria recuerda. La criminalidad, la corrupción, el libertinaje sexual, el robo y el desenfreno que late en este pedazo de tierra no augura que Duarte ni ninguno de los patriarcas de la República Dominicana vaya a poder descansar en paz por un largo rato.

No soy sociólogo pero puedo fácilmente adivinar que el problema-raíz de nuestro país está en la falta de educación de hogar que se da en la familia. ¿Descubrí el agua tibia? Sí ombe, ya eso lo sabemos todos los que tenemos dos dedos de frente y a quienes les importa un chin este país. Pero por obvio que parezca este “hallazgo” no deja de ser brutalmente necesario que lo enfaticemos tanto como sea posible.

¿Por qué? Porque la mayoría de las personas no termina de entender que la “educación de hogar” no solamente que se enseña en el hogar, y definitivamente no solo en el hogar debe demostrarse. No se administra solo en la casa o solo en ella debe dar resultados.

La famosa “educación de hogar” es la zapata sobre la que se construye una promesa, una esperanza a la que llamamos “persona”. Si la zapata es endeble, si desde los cimientos hay vicios de construcción, de ninguna manera podremos levantar un ser humano que valga la pena, sino un problema, una edificación al tris de derrumbarse ante la primera adversidad o sacudirse con la más elemental de las tribulaciones. Así de crucial es la “educación de hogar”.

Pedir las cosas por favor, mantener su turno en el orden de una fila, dar las gracias, hablar con calma y condescendencia, escuchar para hablar, respetar a los demás y a nosotros mismos… Son sencilleces que cada día escasean más, y lo que es más triste: cuando alguien exhibe estas cualidades resalta como si fuera un fenómeno, cuando debería ser lo más normal.

¿Por qué hay tantas fallas en esto? Empecemos por reconocer que la educación de hogar no tiene libros de texto ni hay “pruebas nacionales” que ayuden a determinar si el alumno aprendió o no. El libro de texto de la educación hogareña son nuestras propias vidas. La práctica de esta materia es el ejemplo que los adultos damos a los niños.

Si los adultos de un hogar no tienen escrúpulos para robarse la luz o el cable o el Internet, ¿de verdad podemos asombrarnos que el niño decida robarse un estuche de lápices en la escuela? Si cada vez que un impertinente nos saca de nuestras casillas explotamos con un “coñazo” más grande que el muñeco de Michelín, ¿podemos pretender que el niño reaccione como el Dalai Lama cuando lo molesten? Si llegamos a cualquier lugar y no saludamos a nadie ni respondemos los saludos que nos hacen, si no damos gracias ni pedimos nada por favor, ¿con qué cojones podemos aspirar a que el niño tendrá modales?

Los pendejos

Yo sé que ustedes saben esto. Apuesto que la mayoría de quienes leen esta limonada son personas correctas, con sólida educación hogareña que celosamente han transmitido a sus hijos. Puedo presuponerlo porque dudo mucho que una persona sin educación de hogar pueda siquiera interesarse en leer este blog, carente de fotos con mujeres meneando el c*lo y escrito por un carajo que nunca ha tenido “swagger” (ni siquiera sé lo que es esa vaina).

Esta limonada no es para aplaudirlos a ustedes ni para tenernos lástima (aunque la merezcamos, porque, ilusos aún, albergamos alguna esperanza de que estamos ayudando a hacer “un mejor país”). Por primera vez creo que estoy escribiendo para llamar la atención sobre lo blanditos que somos. Lo poco guapos que somos. Lo pendejos que hemos llegado a ser por ese maldito afán de “guardar las apariencias” o de “no meternos en vainas ajenas”.

Esta limonada es para que tomemos conciencia de que somos pocos y que nuestra actitud de “mamaos” no nos va a ayudar. No somos Gandhi para ser respetados por abrazar la “no violencia” y pedir que la gente cambie su actitud por “su linda cara”. No va a suceder, nunca va a suceder. No creamos en el ser humano, porque nunca va a ser mejor espontáneamente. Hay que empujarlo, a la mala, a la brava, hasta que cambie o explote.

Hay que dejarnos de hacernos la vista gorda. Hay que empezar a arriesgarnos, a exigir que las cosas se hagan bien, porque nosotros las queremos ver bien hechas. Tenemos que dejar de ser pendejos.

¿Ves que alguien lanza basura al suelo? DÍLE QUE LA RECOJA. Pon la cara de perro rabioso más furiosa que puedas y exige que recojan esa basura, coño. Si te dicen que “todo el mundo lo hace” respóndele “¿todo el mundo va a tu casa a botar basura, cabrón?”. Arma un show si hace falta, pero considera que tú naciste en el mundo para conseguir que esa persona recoja la basura. ¡Sí, haz un inmenso show!

¿Intentas conversar con alguien que simplemente te interrumpe en todo momento? DILE QUE SE CALLE. Hay personas que por cada sílaba que decimos dicen otra y así no se puede dialogar. Haz silencio y escucha y cuando vayas a hablar, si la persona te interrumpe le dices que espere que tú termines. Usa el método de la estaca de Stephen Covey si es necesario, pero no permitas que te ahoguen tus palabras.

¿Estás en tu carril o tu fila y un azaroso se quiere meter a la mala? NO LO DEJES ENTRAR. Fuerza el mingo hasta que el tipo ceda o se tenga que esperar que pases para hacer su animalada. ¿Qué no quieres arriesgar tu persona o tu carro? Lo entiendo y lo respeto, pero créeme que esos malditos lo hacen porque en el país no hay 20 personas que se les plantan para evitarlos. Si cada vez somos más los que forzamos que se respete nuestro derecho a la fila, van a ir teniendo que encarrilarse.

¿Entras a un lugar, saludas y nadie te responde? VOCEA TU SALUDO. Preferiblemente con un grito o con una frase sarcástica para que quede la impresión. Sí, vas a pasar por “anormal” cuando hagas eso, pero te apuesto que poco a poco irás recibiendo los saludos que mereces cuando entres a ese sitio.

¿Vas manejando en tu espacio y de repente un abusador viene en vía contraria “robándose el carril” y obligándote a tirarte a la derecha? NO TE QUITES. La mayoría de estos desgraciados lo hacen porque saben que uno es muy pendejo para enfrentarlos. Al revés, frena y acércate lo más que puedas al carro en contravía. El abusador reaccionará con sorpresa o frustración. Ponte a leer tu celular, o mejor aún, enfócalo de frente al conductor (tómale una foto si quieres, total, él está en TU espacio de tránsito, no puede alegar que es una invasión de privacidad).

¿Tu jefe entra a la oficina y nunca saluda a nadie? SALUDALO SIEMPRE, sonora e impostergablemente. A la tercera vez que tu australopiteco no responda el saludo y que no empiece a saludar a todos al llegar, exígele eso. Dile que el clima de la oficina se ve afectado por ese detalle. ¿Qué pueden botarte? Probablemente. Todo el que combate el estatus quo se enfrenta a riesgos. Pero si prefieres continuar trabajando para una persona incapaz de saludar, espero que al menos el salario valga demasiado la pena.

Hace falta gente guapa

Ya está bueno de aguantar pendejadas. Más que suficiente creer que la gente maleducada va a cambiar por “ósmosis inversa”. NO van a cambiar nunca, y la culpa ya no es de sus padres que no le dieron educación hogareña. La culpa ahora es nuestra porque al igual que sus padres, nosotros tampoco la estamos exigiendo. Dejemos el miedo y ese incorrecto sentimiento de “no intervenir” en la vida de los demás. ¿Acaso ellos con sus indelicadezas no intervienen en nuestras vidas y nos llenan de enojos y frustraciones? ¿Por qué carajo tenemos que aguantarle tanta mierda a un grupo de maleducados que lo que necesitan es que gente firme les enseñe modales?

Yo quisiera que quienes me leen comprendan que la raíz de todos estos problemas es la falta de respeto que la gente tiene hacia las más básicas reglas de convivencia humana. Pero lo que es peor, muchos de nosotros estamos dejando de respetarnos a nosotros mismos en aras de “la paz” y de mantener un clima laboral o familiar que sea agradable. ¡No jodan! Cuando permitimos que una persona se salga con la suya con una trampa o que nos pase por encima en un turno o que no muestre modales, quienes fallan no son ellos sino NOSOTROS. Porque somos nosotros los llamados a hacer valer la educación de hogar que recibimos y que ejercemos. Cuando dejamos que los demás hagan cosas que nosotros no haríamos por respeto a los principios que nos inculcaron, le faltamos el respeto a esa educación hogareña con la que nos llenamos la boca.

Piénsenlo bien. Exijan más. No se dejen joder. Pongan en evidencia a los tramposos. Hace falta gente guapa en todas partes. Gente capaz de arriesgar su propio bienestar con tal de defender el respeto a la educación de hogar.

Después no nos quejemos de que "fallamos"

Después no nos quejemos de que “fallamos”

15 Comments Dejemos de ser pendejos

  1. Checa

    De acuerdo 100% Darío, lo vivo haciendo quizás sin habérmelo propuesto…hace mucho q a mi depto no entra nadie sin saludar pq de inmediato le gritó los “buenos días” tantas veces como sea necesario hasta que los pronuncie, a mi que me importa. En los lugares públicos mejor ni te cuento…y sigo muy ufana con mi cara de fuiche. Prefiero la locura a la mala educación!

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  2. Libelula

    Te felicito Dario.. Definitivamente debemos iniciar con esta campaña de DEJAR DE SER PENDEJOS!!

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  3. vielka arias

    Dios parece que me leia yo misma!!! GRACIAS por escribir esto!!! cuanto oxigeno devuelto!!!..Gracias otra vez..

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  4. José Martínez

    Te entiendo perfectamente y apoyo la iniciativa de no dejarse joder, yo aplico cada una de esas medidas a diario (saludar hasta 3 veces hasta que te respondan, trancar al que trata de meterse en la fila) solo que, particularmente yo, trato de hacerle la vida imposible, ya sea al que viene en vía contraria o al que se quiere meter a la mala en la fila de vehículos, hasta cierto punto; trato de hacerles ver a la mala lo mal educado que son, pero hay que tener precaución y tampoco forzar mucho la jugada, hoy en día hay un sin numero de bestias armados y con una sed de rabia esperando al primero que se le cruce en el camino para vaciar su arma.

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    1. dariomartinezb

      Eso es cierto, y yo mismo lo ha vivido. Estoy consciente que por cualquier pendejada un loco armado es capaz de hacer cualquier barbaridad, pero yo insisto en que hay que dejar de poner siempre la mejilla. ¿Hasta cuándo?

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  5. Jacobo De Leon

    Gracias por dedicar algo de tu tiempo para traernos este mensaje.

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  6. Nelson

    Aristóteles dijo: “Cualquiera puede enojarse, eso es algo muy sencillo. Pero enojarse con la persona adecuada, en el grado exacto, en el momento oportuno, con el propósito justo y del modo correcto, eso, ciertamente, no resulta tan sencillo”.

    1ra página del libro Inteligencia Emocional escrito por Daniel Goleman

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  7. natalia cedeño

    Estoy de acuerdo k hay k comenzar k està bueno de permitir a esas personas arrogantes de pasarselas……pero tambien hay k estar atentos xk hay mucha delincuencia en la calle.

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    1. dariomartinezb

      Sin dudas, hay que exigir, pero hay que tener cuidado porque hay muchos anormales que son capaces de todos con tal de imponer su anormalidad. Pero insisto: YA TA BUENO de ser pendejos!

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  8. Individuo

    Mantener la cabeza fría es difícil con alguna gente, pero muchas veces explicar el asunto (de manera concisa y sin menospreciar) da resultados y frena malos entendidos.

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  9. JUAN

    hola, eso pasa en todas las ciudades, basta con ver los noticieros y ver que de tragedias pasan por-querer ganarle al otro, como dices mi querido dario la educación empieza en casa ,des afortunadamente se están perdiendo valores morales,espirituales etc. porque la gente piensa que la educación la debe de dar el estado educar a los hijos con valores morales y demas, que solo con pagar impuestos se sienten con derechos de tirar basura, des afortunadamente esto lo veo a diario, yo era uno de ellos y mi hija me hizo ver muchas cosas negativas y de ahí tuve que partir para poder hacer un cambio positivo, en mi,manejo un taxi de la ciudad de mexico y ya te imaginaras, concuerdo contigo en muchas cosas, gracias por el blog DTB.

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