Facebook tiene más de 1,100 millones de usuarios, de los cuales más de la mitad entra al menos una vez al mes. Twitter ya superó los 500 millones de tuiteros con 200 millones activos. Google+, poco a poco, sube y ya es la segunda red social más grande. LinkedIn con su enfoque empresarial tiene 200 millones de usuarios. Otras redes sociales tienen una considerable clientela.

Desde que empezaste a leer esta limonada hasta ahora (más o menos 7 segundos), han sido publicados 63,700 tuits en Twitter y 17,500 estatus en Facebook59,500 fotos han recibido “like” en Instagram, a la vez que 3,240 nuevas se han subido allá. Ah, por supuesto, casi 12 horas de vídeo ha sido subida a YouTube desde que empezaste a leer. Bueno, como hace 14 segundos, ponle el doble a todas estas cifras.

Además de eso, hay más de 1,300 millones de correos electrónicos y cada día 145 mil millones de correos son enviados. Se estima que hay más de 6mil millones de celulares en todo el mundo y que se realizan cerca de 12,500 millones de llamadas cada día. Hacemos más de 2,3 millones de transacciones con tarjetas de crédito o débito cada hora, y hasta por una gripe usamos el seguro médico para comprar una medicina. Casi todos los supermercados tienen “planes de fidelidad” y cada vez que pagamos se enteran hasta cual papel higiénico nos pasamos por el asterisco.

Visa, MasterCard y American Express y tu banco favorito pueden saber con mayor precisión que tú mismo cómo gastas tu dinero. ¿Otro simple ejemplo? Amazon.com tiene registradas todas las compras que has hecho desde 1996. Y las utiliza para sugerirte nuevas cosas qué comprar, algo que más de una vez has encontrado muy conveniente.

Las empresas le reportan cada quincena a la Tesorería de la Seguridad Social exactamente toda su empleomanía cada vez que realizan los pagos de plan de pensiones. Los seguros médicos también lo saben cada vez que cobran nuestra contribución. Claro, Orange, Viva, Wind y Tricom también saben, punto a punto, cada vez que hablamos, con quién y por cuánto. ¿Sabrán lo que hablamos? Yo no apostaría en contra. Más aún, todas saben exactamente dónde estamos y hacia dónde vamos cuando nos movemos, aunque no estemos conversando.

En este mundo tan densamente enredado, donde cada paso que damos está siendo pasiva o proactivamente registrado, tú quieres tener privacidad.

La ilusión de privacidad

Hoy he visto a algunas personas poniendo mensajes en Facebook advirtiendo que está en pleno uso de sus facultades para exigir que sus contenidos sean considerados privados y respetados. Mientras tanto, Mark Zuckerberg amasa más millones vendiendo sus preferencias personales al mejor postor. ¿Por qué se asombran? Después de todo, Facebook y las demás redes sociales (sí, incluyendo MySpace y Hi5, pagan sus costosísimas operaciones con sus fotos y sus estatus (¿acaso piensan que la publicidad que reciben les llega por ósmosis inversa?).

Como bien leí hace poco, la privacidad hace rato que pasó a la historia. Lo que tenemos, a lo máximo que podemos aspirar, es a la ilusión de privacidad. A un concepto que los gobiernos, los establecimientos comerciales y el Internet nos pintan como “respetable”. La privacidad no existe ni podrá existir jamás en nuestro mundo actual ni en el futuro. Ni siquiera muertos somos “privados”.

Todo este tema ha cogido mucha vitrina en estos días gracias a que se ha “descubierto” que los gobiernos del mundo tienen años espiando nuestras conversaciones telefónicas y nuestras actividades digitales. Y quizás me dirán que “sólo ha sido en Estados Unidos” pero aunque peque de alarmista creo que es muy infantil pensar que los gobiernos del mundo, incluyendo el nuestro, no está haciendo lo mismo, según sus intereses y posibilidades. Las herramientas están a la mano.

¿Qué hacer ante esta situación?

Dejar de asombrarnos. Creo que la cosa más importante que podemos hacer es dejar de asombrarnos por algo que no solamente es muy lógico sino que es imposible de combatir. No elegimos vivir siendo observados pero tampoco podemos salirnos del juego, al menos no fácilmente.

No estamos solos. Aunque nunca me ha gustado el “mal de muchos consuelo de tontos”, creo que hace sentido razonar que no somos los únicos y probablemente tampoco los más “interesantes” especímenes que están siendo monitoreados por sabrá Dios cuántas agencias y organismos. Por lo menos, yo no creo que nunca le llame la atención a los gringos ni siquiera mencionando las palabras que a ellos les dan sarpullido como “bomba, terrorismo, explosión, al-yihad” y otras. Sencillamente, mi perfil como persona no levanta sospechas. Ya que no puedo evitar ser vigilado cuando entro o salgo de Estados Unidos y muy probablemente aquí mismo en mi país, simplemente elijo sacar esa preocupación de mi vida. Mientras no me metan en un berecumbé, “no problema”.

Tomar acción. Si realmente te molesta saber que tus fotos, vídeos y estatus pueden ser vistos y utilizados por terceras personas, deja de compartirlos en Internet. Punto. Salte de todas las redes sociales, cancela todas las cuentas de correo, no uses Internet a menos que sea con un navegador en capas como Tor, y acostúmbrate a hablar en claves con todos. Te sugiero que te mudes a un campo atrasadísimo donde no haya energía eléctrica ni celulares, preferiblemente en el medio de África, donde todavía faltan algunos años para que la tecnología sea densamente utilizada.

Usar la cabeza. Esta es una simple sugerencia. Si todavía tienes intenciones de ser paranóico con todo esto, usa tu cabeza para amarrarle una correa o una soga y colgarte de un árbol cercano. No utilices la barra de la bañera porque no te va a sostener (habla la experiencia).

2 Comments Así que tú quieres tener privacidad

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