¿Quién mató a los dinosaurios? La realidad de ONEC

Si me voy a la quiebra...

Si me voy a la quiebra…

Dicen que hace un chorro de millones de años un asteroide enorme cayó en Yucatán y armó una nube de cenizas tan grande que la Tierra se vio sumida por años en la oscuridad y el frío, terminando con el reinado de los dinosaurios que para entonces eran los matatanes del planeta.

¡Qué mentira! Los dinosaurios no murieron por el asteroide. Un cataclismo de esa magnitud habría terminado con toda la vida sobre el planeta, no solamente contra los infelices y nunca bien comprendidos dinosaurios. Sin embargo, hoy día tenemos una caterva de animales e insectos que sobrevivieron a los dinosaurios. ¿Por qué no se murieron con el asteroide? ¿Se dan cuenta? Ese cuento del asteroide asesino se lo creen todos los imbéciles que privan en científicos. Yo tengo la verdad. Yo sí que sé la razón por la cual los dinosaurios se murieron todos.

La realidad de la extinción de los dinosaurios es que murieron por la competencia desleal que tuvieron. Ustedes saben que los dinosaurios eran unos “pájaros” bien grandotes. Por esa misma razón, cuando a una jociqueta de esas le daba hambre, mi hermano, había que joderse. Esas bestias empezaban a josiar algo para ñampiárselo y por supuesto que no se iban a conformar con un picapollo chino. No, para nada. Tenían que buscar un animal también grandote que les cupiera en pedacitos en la panza.

¿Pero qué pasó luego? Oh, fácil, que los dinosaurios comenzaron a pasar crujía porque ya no jayaban a quien comerse y se le fueron acabando las opciones. Entonces, un dinosaurio flaco, malnutrido y sin mucha fuerza un día estaba buscando algo pa la hora de la doce y no jayaba nada. Y en una mata de aguacate vio una esperanza verde grande y dijo “eta vaina no e’ caine, pero la pejca ‘ta floja, deja yo entraile”. Y cuando ese azarosito masticó a la infeliz esperanza se dio cuenta de que sabía bueno y se olvidó de cazar animales grandes y comenzó a picar comiéndose los animalitos e insectos pequeños.

Los otros dinosaurios se mearon de la risa cuando vieron a “Junior” brincando atrás de una “mariposa de la fiebre”.

—Muchacho er’ diablo, eso no rinde, ven a comer con nosotros— le voció Tira Rex desde una esquina, aunque ella tenía dos meses que no macaba nada.

—Suelta eso, Junior, no seas ridículo— le gritó Velocirráptora que estaba en el hueso.

Pero Junior dio un brinco y ¡rián! se comió a la mariposa. Y siguió en eso todo el día mientras los otros dinosaurios jugaban dominó muertos de risa… y de hambre.

El relajito de Junior comenzó a preocupar cuando otros dinosaurios de su edad le hicieron coro y resultó que pronto había una trulla de ellos comiéndose los insectos mientras los demás dinosaurios, los criticaban (pero pasando crujía full). Todos les gritaban que dejaran de hacer eso porque era una competencia desleal, que ellos tenían que someterse a las normas de la naturaleza y tenían que cazar otros dinosaurios grandes para comer. Junior, mientras correteaba detrás de un cienpiés les preguntó por qué ellos no se adaptaban al cambio y los dinosaurios dijeron que eso era un disparate, que nunca las cosas funcionarían bien así, y que todos ellos debían cesar de andar comiéndose los insectos porque era una competencia desleal.

Junior paró en seco y dejó ir al cienpiés que se escondió rápido detrás de una caja de Tricófero de Barry. Se erguió sobre sus patas traseras y les dijo a los dinosaurios carnívoros:

—¡Utede sí que ‘tán totaos! ¿No se dan cuenta de que lo que ustedes me ofrecen es comer un chin de comida que cuesta demasiado trabajo conseguir y que pa colmo sabe a rayos? No relajen ombe, desde que yo comencé a comer insectos pequeños vivo má’ bien qu’el carajo. Mejor será que ustedes se pongan a comer insectos pa que no se jodan.

Y resultó que los dinosaurios carnívoros no hicieron caso y todos se murieron de hambre al cabo de unos años porque ya no encontraron nada qué comer.

Mientras tanto, Junior y sus amigos sí sobrevivieron y están todavía entre nosotros. Aún son dinosaurios, pero ahora dirigen la Organización Nacional de Empresas Comerciales y no se dan cuenta que gravar las compras en Internet que hacemos algunos ciudadanos que tenemos capacidad de encontrar opciones (así sean insectos) es una ridiculez tan grande como la que cometieron sus antepasados cuando no se adaptaron al cambio y se extinguieron de la faz de la Tierra.

…y el que tenga limones para limonear, que limonee.

 

PS: Mi pana Gustavo Villavizar explica mucho más claramente que yo con mi cuentecito cuál es el verdadero fallo de los comerciantes retrógrados que quieren forzar el mingo con esta medida. Pasen por su entrada, que vale la pena.

4 Comments ¿Quién mató a los dinosaurios? La realidad de ONEC

    1. Darío

      Yo lo sé. Tú sabes bien que el chiste es decirle “dinosaurios” a los retrógradas que pretenden poner trabas al comercio electrónico sólo porque a ellos no les conviene.

      Reply

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