¿Quieres el trabajo? Dame tu contraseña

La privacidad es un tema de moda y hacemos bien en prestar atención a los delicados hilos que sostienen nuestra vida digital. Que la información que colgamos en Facebook, Google+, Twitter no es nuestra. Que las redes sociales tienen derecho a lucrarse con nuestras fotos sin nuestro consentimiento o siquiera conocimiento. Que los cambios en sus políticas usualmente erosionan nuestros derechos en favor de sus intereses comerciales… Todo esto es tristemente real, pero no por ello han dejado de crecer todas y cada una de esas redes sociales.

Se ha dicho que las personas desean compartir sus vidas con todo el mundo, y por eso cada día es más fácil subir fotos, intervenir en diálogos, influir y ser influido por completos desconocidos. De forma voluntaria cada vez estamos abriéndonos más y más al escrutinio público. Estamos verdaderamente zambullidos en el sistema, uno que genera pingües beneficios a los dueños de las redes sociales.

Además del uso comercial que las redes obtienen de nuestra gráfica social, sabemos que los “stalkers” viven “brechando” cientos de perfiles, ex-parejas que no terminan de cerrar el círculo viven pendientes de cada paso de la otra persona… pero ¿qué pasa cuando el “espionaje” es laboral?

Twitter y Facebook: Tus referencias personales

Hoy día, el departamento de recursos humanos que no consulte los perfiles de redes sociales de las personas que aplican a puestos de trabajo está “atrás de Ñaño”. Sin duda alguna, se encuentra más información valiosa “googleando” a los candidatos y leyendo sus perfiles que lo que jamás dirían las mejores referencias personales. Los reclutadores están muy ocupados buscando los mejores candidatos y se apoyan cada día más en la “huella digital” que voluntaria (y a veces inadvertidamente) dejamos en Internet.

Por la misma razón, cualquier persona que no sepa que las empresas van a leer todo lo que dice en Twitter, Facebook, YouTube, blogs, o prácticamente cualquier lugar online, también está “atrás de Ñaño”. Y eso aplica no solamente a quienes buscan empleo, sino también a quienes están montados en el tren laboral. Las historias de empleados que han perdido su trabajo por un tweet, un comentario o un inocente video, ya son demasiados para enumerar. En palabras de Jeff Davis, “que sepan que todo lo que publican va más rápido y más lejos. Tienen que ser cuidadosos con lo que publican para que nos les perjudique profesionalmente”.

Ayúdame a brecharte

Recientemente me ha llamado la atención una extraña y peligrosa tendencia en los Estados Unidos. Empresas que exigen a sus potenciales candidatos proporcionar sus contraseñas en las redes sociales, específicamente en Facebook. No conozco de ningún caso en la República Dominicana, pero no me asombraría que ocurriera, especialmente en lugares que manejan información delicada.

Apoyados en que “quien no tienes hechas, no tiene sospechas” estas empresas antiéticas buscan sugestionar a los candidatos a demostrar su “lealtad” cediendo la llave de sus departamentos personales en la cybersociedad. Si no acceden, pierden la oportunidad de alcanzar un empleo que desean.

Se han dado otros casos en donde, en medio de una entrevista, el empleador le pide al candidato que ingrese a su perfil de Facebook (sin entregar la contraseña) y que le permita navegar libremente para ver lo que aparece en él. Esta forma de “test de confianza” también tiene un profundo componente de invasión. No sólo la contraseña es personal y privada; también lo es el perfil personal (la vista que nos presenta Facebook, que está filtrada para mostrar información que sólo a nosotros nos interesa).

¿Qué derecho tiene un empleador a condicionar un puesto laboral a que el interesado “se encuere” revelando la contraseña de su perfil personal en Facebook o permitiendo que alguien lo acceda? Básicamente ninguno. No solamente está en contra de todos los términos de servicio de las redes sociales, sino que constituye una flagrante violación de la privacidad de las personas.

¿Cómo hacer frente a estas situaciones?

Un artículo en Mashable ofrece algunas ideas para enfrentar esta coyuntura de manera elegante y firme:

  1. Establece tu derecho a la privacidad. De la misma manera que las empresas son sumamente celosas con que sus secretos profesionales sean respetados, deben comprender que todo individuo tiene derecho a ser celoso con su vida privada.
  2. Dirige su atención hacia tus perfiles públicos. Si usas LinkedIn (y deberías si andas en el mercado laboral), ofrece ese perfil como el lugar ideal para que el entrevistador conozca tu trasfondo laboral, tus aptitudes y las conexiones que pueden ser útiles a la empresa. Facebook, Google+ y hasta Twitter deberían ser vistos como privados.
  3. Evalúa si realmente quieres trabajar vigilado. Si la entrevista no prosperará a menos que entregues tu contraseña, deberías preguntarte si quieres tanto un empleo en el que estarán vigilándote no solamente en tu ambiete laboral sino además en lo personal.
  4. Protege tu vida privada online. Casi todas las redes sociales ofrecen medios para controlar la visibilidad de lo que publicas. Desactiva que tu perfil aparezca en los buscadores. Cambia tu nombre y usa un pseudónimo. Quizás (aunque no lo recomiendo, ya que es más la sal que el chivo) podrías tener un segundo perfil “para consumo público”.
  5. Usa tu sentido común. La realidad es que las empresas quieren protegerse a toda costa de empleados mal intencionados, indiscretos o venenosos. Están en pleno derecho de ello. No es buena idea usar las redes sociales para hacer comentarios delicados sobre tu trabajo, tu jefe o los compañeros.

Lo más importante es que siempre tengamos claros que las redes sociales son armas de doble filo. Bien que nos pueden beneficiar, pero si se utilizan con ligereza podrían volverse nuestros peores verdugos.

Esta excelente infografía ilustra mucho el tema, aunque está en inglés.

Bill of Rights in Social Media

Bill of Rights in Social Media

3 Comments ¿Quieres el trabajo? Dame tu contraseña

  1. Carlos Lluberes

    Hola Darío, que agradable leer este post, aunque el tema es algo espinoso. Si supieras que tuve que preparar ràpidamente unos puntos sobre RRHH y Redes Sociales para orientar a un amigo en un proyecto académico, y lo que escribí lo guardé para desarrollarlo luego en mi blog.

    Le comenté muy superficialmente este tema de los pw en el reclutamiento laboral, pero al no recordar donde había visto el encabezado, no le pude hablar en detalle. Lo que veo es que la infografía expone que esto lo hacen con aquellos que tienen su cuenta privada, ya que, asumo, de otra manera no pudieran brecharlo.

    En gemeral el tema me parece un abuso de poder (poder de darte un empleo que sin él tal vez vayas a la calle), y espero que sea una tendencia que rápidamente sea aplacada. No veo como el gran gesto de confianza la acción de yo regalarte el acceso a mi Facebook u otra presencia en redes sociales, yo por el contrario lo veo como una muestra que sucumbo antes presiones (al menos que en el fondo, te importe un *bleep que invadan tu privacidad allí).

    En ese sentido, me pregunto, ahora te llamas Belarminio Raposo en twitter para que no te encuentren? Creo que aún así eres fácil de encontrar :-p

    Un abrazo y espero poder leerte con menos demoras.

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    1. Darío

      Jajajaja, nada que ver, lo de Belarminio Raposo es simplemente una chercha. Yo siempre he sido reacio a dar mi nombre real en cualquier cosa. Cuando me lo preguntan y sé que no es algo de importancia, siempre digo que me llamo Belarminio Raposo, o Pedro Guerrero (y aclaro “pero no el pelotero”). En ambos casos lo que busco es ver la reacción de la gente con un nombre extraño. Pero usarlo en Twitter fue un experimento: Pasaron siete días antes de que alguien me preguntara por ese nombre.

      Sobre el contenido del post, la verdad espero que eso nunca se haga tendencia. En nuestro país no conozco casos de ese calibre, pero no me sorprendería que ocurriera especialmente a nivel de zonas francas, en donde los controles son sumamente estrictos y los empleados suelen vivir en una caja de cristal.

      Creo que de todas maneras, vale señalarlo como tendencia en Estados Unidos, y procurar que las personas se protejan de esa y otras invasiones de su privacidad.

      Gracias por comentar, siempre un placer leerte aquí y en tu blog. 🙂

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  2. Rossy

    Hola, muy interesante el post. En la misma onda de la privacidad y los empleos, me cuenta una amiga que vive en México que se está volviendo una tendencia allá que representantes de Recursos Humanos de las empresas visiten a la casa del candidato a un puesto, para conocer dónde vive, cómo vive, su familia, etc., como parte del proceso de contratación.

    Igual que en el caso de la contraseña del Facebook, lo considero una violación al espacio privado de la persona. Me hace preguntarme, ¿qué tan desesperada debería estar yo por un empleo, para permitir que me visiten a mi casa y me pidan mis contraseñas como requisito para considerarme para el puesto?

    Saludos.

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