Trujillo hace falta en este país

Trujillo, el dictador

Trujillo, el dictador

Apuesto que todos hemos escuchado la precedente frase más de una vez. Y lo peor de todo, es que quienes la pronuncian son cada vez más jóvenes. Yo siempre he reculado al escuchar a alguien expresarse de esa manera, pero usualmente solían ser personas mayores, que ciertamente vivieron en esos años y a quienes con toda seguridad la memoria les ha jugado un ejercicio de beatificación sobre el sanguinario y déspota que convirtió el país en su finca y a las hijas de todos en sus esposas de una noche por caprichos eyaculadores sin ton ni son.

Sin embargo, de un tiempo a esta parte he venido notando con tremenda preocupación que el discurso de “amor al trujillismo” es abrazado por personas que no vivieron en la más sangrienta época de nuestra historia.

Por espacio de casi cinco años, yo trabajé junto a un importante historiador dominicano y tuve la tarea de digitar 13 libros de su casa editora. Digitar un texto es una tarea mucho más enriquecedora que leerlo, porque automáticamente cada frase se duplica o triplica en la mente, y con ello la “huella” queda mucho más marcada en la memoria y en el raciocinio.

Fruto de esa experiencia, me queda sumamente claro que no necesito vivir en una dictadura para saber que no la quiero y que moriría para derrocarla si llegara a pasar.

Lo que más me preocupa es que la juventud de nuestro país no tiene identidad alguna. No se aferra a ningún ideal que no sea un reguettonero o un pelotero (con o sin esteroides). En las mujeres, las aspiraciones son el megadivismo, o cuando menos el “Yuleidismo” de encontrar un funcionario que las mude. La posibilidad de enriquecimiento acelerado a costa del gobierno es posiblemente lo único que llama la atención en los jóvenes de hoy al momento de “pensar en el país”.

Los (hoy viejos) que formaron los movimientos de resistencia como el 1J4 y otros que combatieron a sangre, eran muchachos, todos mucho menores que yo hoy día. Pero tenían ideales CLAROS y DEFINIDOS. En nuestra sociedad la corrupción ha hecho metástasis y “cualquiera con dos dedos de frente” no se le ocurre trabajar para el gobierno con honestidad, ofreciendo un servicio. Y como no hay cama para tanta gente, la mayoría de los que no logra pegarse de la teta gubernamental cada cuatro años, enfila sus aspiraciones a irse para Nueva York o España y regresar llenos de blin-blines. Nuestros jóvenes carecen de ídolos reales, no tienen identidad ni héroes a los cuales venerar. Y ese es un caldo de cultivo tremendamente desalentador.

¿A dónde iría a parar nuestro país si por cualquier razón cayésemos en una dictadura? ¿Cuáles serían las manos que se levantarían en ideologías, armas y voluntades para restablecer la democracia?

Me cuesta pensar que los fanáticos de Omega, el Lápiz, Vakeró, Julián Oro Duro y toda la caterva de “artistas” de estos días estén dispuestos a sacrificarse por este país.

¿Saben por qué? No creo que sea solamente por ser devotos de esos idiotizantes ídolos de barro. En mi opinión, la cosa va más allá… Yo creo que la ausencia de emoción en la juventud actual y los adultos jóvenes como nosotros se debe a que carecemos de motivación para querer hacer mejor este país.

El adoctrinamiento mediático a que nos han sometido los gobiernos de los últimos 25 años nos asegura que lo único importante es ser gente de paz, que no proteste. Y por eso, en este país “nos lo meten frío” cada semana con los precios de los combustibles, y por increíble que parezca, la primera década del Siglo XXI ya se termina y en mi país nadie sabe cuándo dejarán de haber apagones. ¡Pero nadie hace nada, COÑO!

¿Cuántos hombres y mujeres serios hay en este país? ¿Cuántas personas son dignos de confianza para entregarles el presupuesto de una cartera pública y esperar que no se robe la mitad o más? ¿A cuánto asciende la cuenta de gente que pueda superar o al menos igualar la estatura del recién fallecido Miguel Cocco en términos de trayectoria vertical, honestidad y vergüenza? ¿Cuántos dominicanos son capaces de renunciar a un cargo público si se descubre algo anormal en sus ejecutorias, como renunciará el Presidente de la Cámara de Comunes en Inglaterra?

¿Cuál es la reserva de nuestro país en ideales e idealistas, en moral y moralidad? Y aunque un día surgiera (Dios así lo quiera) un dominicano o una dominicana que pueda merecer la confianza de nosotros, ¿cómo logrará rodearse de los mejores dominicanos? Los “partidos” (léase, asociaciones de malhechores) existentes están podridos de corruptos a boca de pueblo, que son capaces de justificar sus desmanes excusándose (si el término no se ofende) en que los demás lo hicieron “peor”. Por eso, no me late que un gobierno serio pueda surgir de un partido tradicional. ¡El clientelismo en nuestro país es más fuerte que el catolicismo!

Trujillo está bien muerto. Yo sólo me temo que un nuevo Trujillo podría surgir con relativa facilidad en un país donde los serios están viejos y muchos están además terriblemente manchados. Y los jóvenes están más interesados en vagabundear al ritmo del mambo de calle que esté de moda que en hacer de este país una patria de la que uno se pueda sentir orgulloso.

Loor a los que acabaron con la lacra llamada Rafael Leonidas Trujillo. ¡Que Dios nos ayude a nunca necesitar de tal heroísmo, porque realmente estaríamos condenados a una dictadura eterna!

4 Comments Trujillo hace falta en este país

  1. Imán Fuerte

    Absolutamente de acuerdo contigo. He escuchado esa frase muchas veces y me quedo pensando y preguntándome si quien lo dijo lo hizo concienzudamente. Excelente artículo.

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  2. Pedro Genaro

    Némesis…qué susto cuando leí el título…pero como yo siempre apuesto a tí, me disparé el escrito y no me equivoqué!

    Hace dos años escribí un post llamado “Chapita” y como verás, me alegra que estemos exactamente en la mismita página…definitivamente yo creo que a tí y a mí nos separaron en el Hospital, jejeje!!!

    Un abrazo y gracias por escribir esto, que con tus palabras adquiere una nueva dimensión. Me gustó mucho eso del “Yuleidismo”, jajajajajajaja!!!

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  3. JuniHH

    Excelente articulo y como Pedro, me gusto lo de “Yuleidismo”, pero no estoy de acuerdo en el punto “¡Pero nadie hace nada, COÑO!”. Realmente si se hace, muchos lo hacen, el solo hecho de denunciar las situaciones que nos molestan es una forma de hacer algo.

    Una cosa es NO HACER NADA y otra es denunciar lo que nos aqueja y que las cosas se queden alli. El que nadie pueda hacer algo mas, es porque las leyes protegen a los funcionarios causantes de nuestras quejas. Vemos el ejemplo del anterior Presidente de la Camara de Cuentas, quien pese a que cometio graves errores contra el pais, dijo que no renunciaria.

    Lamentablemente molesta la impotencia de no poder hacer lo que realmente queremos que se haga, porque la ley es manejada en base a intereses personales. A ese mismo personaje de la Camara de Cuentas debieron someterlo por estafa, pero ya ves que solo fue acusado publicamente y punto. A ese debieron agarrarlo por ahi y entrarle a garrotazos.

    Otro ejemplo es el de los asambleistas de la Camara Revisora de la Constitucion en la que rechazaron una ley que proponia que si alguno de los diputados o senadores sumaba X cantidad de faltas injustificadas, que este deberia renunciar. Claro, es logico que rechacen una propuesta que les quita tan facilmente la mamila tan exprimida del pais, asi podran seguir faltando cuantas veces quieran, injustificadamente, faltandoles el respeto a quienes votaron por ellos para en la siguiente campaña volverles a pedir cacao, mientras nosotros comiendonos un cable.

    Esos son casos evidentes de que la propia ley no ayuda en nada para que se pueda hacer algo y como cosas de la vida deberemos continuar aceptando que nos metan el dedo por el trasero, porque mientras exista un PLD, PRD y PRSC es claro que los funcionarios corruptos y abusivos seguiran apareciendo y no nos debemos de sorprender sobre eso.

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    1. westerndrake

      Yo no quise entrar en ejemplos, porque nunca terminaría de escribir. Sin embargo, los que has puesto son sumamente representativos.

      Es interesante ver como los asambleístas se niegan a aprobar la ley que les despoja de inmunidad por ausencias, pero son raudos a aprobarse aumentos de salario como el del año pasado. Así, como siempre, sale la Ley del Embudo: Lo ancho para ellos, lo estrecho para uno.

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