Impro madrugador

Si te fuiste al fondo del post para ver la hora a la que publiqué esto, sí… a estas horas aún andaba despierto. ¿Razones?

En primer lugar, me pasé el domingo demasiado dormilón (hasta me lo echaron en cara in writing!). Eso ha influido muchísimo en que me haya pasado la madrugada en vela.

En segundo lugar, me he pasado un par de días en puro retozo con mi nuevo móvil Sony Ericsson Z520a que “compré” con mis Fidepuntos y me salió en la astronómica cifra de 225 pesos. ¡Adoro Orange!

En tercer lugar, pues me entretuve jugando online tratando de poner un record en el Pepsi Bucket Launcher, un jueguito pendejonio de LaJodedera.net. La buena noticia es que rompí mi record y ahora estoy en primer lugar en ese juego (¡gran cosa, Chicho!).

Y finalmente, creo que estaba tratando de pensar en algo jevy para ponerlo en mi blog, ya que haciendo sumas y restas, me he dado cuenta de que este es el Pensamiento #100 que lanzo en mi Vertedero. No he logrado decidirme por nada en específico, así que aquí va este Impro de la madrugada.

El próximo sábado 13 de mayo es Luna Llena. Y es el cumpleaños número chorrocientos de mi madre. Y de Abel Acosta, un pana mío, pero ese tiene quién le cante y le brinque. Mi madre, en cambio, está lejos de mí (una vez más) porque acompaña a mi padre en Las Terrenas. Yo medio me he acostumbrado a pasar fechas importantes solo en casa, y el cumple de mi vieja es una de esas fechas en que por más manganzón que yo sea, me agradaría pasar con ella aunque sea haciéndole cosquillas en el pie derecho. Pero bueno, circunstancias con circunstancias y ahora mismo es mejor que ella acompañe a mi padre.

Pero será Luna Llena el próximo sábado. Espero estar en mejore$ condicione$ y pasar un tiempo más agradable ese día. Y tomar fotos del “amanecer lunar” que seguramente va a estar muy chévere. Mayo suele ser un mes medio lluvioso, pero en este año ha estado muy tiñoso de nubes. Ojalá se mantenga así al menos hasta el sábado.

Pasando a otras cosas sin importancia, el jueves 25 en horas de la tarde, si Dios lo permite y el piloto no mueve una palanca de esas que dicen “no tocar”, estaré aterrizando en el Aeropuerto de Newark, Nueva Jersey. Desde octubre del 2002 no he viajado fuera del país (excepto por un viaje laboral que hice en enero del año pasado). En otras palabras, tengo casi cuatro años que no tomo vacaciones respirando otro aire que no sea el que entra por Higüey, así que tengo muchas ilusiones de que estos escasos diez días que estaré en la finca de George Bush serán sumamente agradables. Tengo un pequeño itinerario en el que mis amigas Noelia, Eira y Alicia, así como mis canchanchanes Winster y Heriberto (hasta ahora) jugarán papeles protagónicos.

Lo principal de mi viaje es que quiero comprar personalmente mi nuevo equipo fotográfico. Sí, sí, por supuesto que sí… ya sé que eso podría haberlo hecho por Internet, pero depoldió, es demasiado tiempo que tengo sin viajar, así que considero que este es un “lujo merecido”.

Y pasando a algo que sí tiene mucha importancia, el pasado sábado estuve intentando que mi Vielkita empiece a montar bicicleta sin las rueditas. Vielka tiene cuatro años, la cual (considero yo) es una edad “avanzada” para todavía estar dependiendo de las rueditas laterales. El pasado mes de Enero los Reyes (yeah right) le regalaron a Vielka una estupenda bicicleta “de la Barbie” con sus famosas rueditas, pero todavía no he conseguido que mi heredera logre deshacerse de esos aditamentos. Es cierto que no hemos ido con demasiada frecuencia al Mirador para practicar, así que me estoy proponiendo darle un “intensivo” de bicicleta para procurar que ella venza el miedo a caerse.

A veces en las cosas más sencillas del mundo, logro ver una enseñanza. Y eso me pasa mucho con Vielka, lo mismo que podrá atestiguar todo aquél que tenga hijos. Mi Vielkita es sumamente temerosa y no es capaz de arriesgarse en casi nada que implique alejarse de su centro de gravedad o del punto de equilibrio. Y sin embargo, cuando vamos al Mirador con la bicicleta, ella protesta si ve que quito las rueditas, pero basta que le diga “yo estoy contigo, no te dejaré caer”, para que ella acceda a intentarlo.

Me pregunto… ¿ella confía en mí? Si es así, lo aplaudo y lo agradezco. Eso me motiva a no fallarle nunca ni en este ni en ninguna otra cosa. Pero de repente me pregunto si es que ella más que confiar en mí, está dependiendo de mí… O sea, si yo no estoy, ¿ella no montaría la bicicleta porque depende de mí para hacerlo? En un momento de pausa, le pregunté a Vielka:

–Vielkita, ¿por qué tú siempre te niegas a montar bicicleta sin las rueditas, pero si te digo que voy a estar pendiente de ti, entonces te montas?

Piensa un momento y responde: –Porque cuando estoy contigo nunca me caigo, papi.

–Entonces, ¿si no estuviera yo, no montarías? –pregunto.

–…No…

–Pero debes aprender a hacer las cosas por ti misma, amor. Yo siempre voy a procurar ayudarte, pero en alguna ocasión quizás no pueda ayudarte. ¿Qué harás entonces?

–¡Le pongo las rueditas!

Y me reí. Una explicación sencilla. Infantil, por supuesto. Pero interesante al mismo tiempo.

Creo que yo voy a empezar a quitare las rueditas de la dependencia a algunos proyectos de mi vida, que probablemente por estar contando siempre con algunas cosas, que me proveían un no muy conveniente sentido de cómoda seguridad, he postergado hacer.

Por eso, con más razón, quiero ir a Nueva York a comprar esos equipos.

Bueh, una hora después que empecé, ya me dio sueño… ¡Así que a dormir!

6 Comments Impro madrugador

  1. Alexei Tellerias

    Todos tenemos rueditas… absolutamente todos, en cada momento de nuestras vidas.

    Pero me dejaste pensando en que ya es hora de que me deje de vainas e identifique las mías.

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  2. Mariposshita

    Ahora si @:)

    Felisiteiiissshooonnn!!!

    Por lo del viaje, se lo importante que es para ti eso.

    Las rueditas como dice Phonix…..

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  3. Sandra

    Las ruedas son necesarias en el desarrollo de nuestra vida, nos sirven de empuje, de soporte para poder alcanzar aquello que en determinado momento somos incapaces de lograrlo por nosotros mismos, ya cuando somos lo suficienmente fuertes y maduros es cuando se empieza a desprender esa dependencia.
    Saluditos
    •´)¸.•*¨)
    .•´ .•´.•´¯`…Sandra.•¸.•*¨)

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  4. ««Ariadne»»

    ohhh pero el viaje no era en junio??
    y k fue k nos vamos antes

    jiji el otro dia dure horas tratando de romper tu record en Pepsi Bucket, pero no pude 😛

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  5. Pedro Genaro

    Rojizo (si es por el uniforme ya se sabe que no es mamey na…), te dije que no compraras esa vaina pallá, peeeeeeeeero…como nada que te evitas un fuerte pago de impuestos…así que quítese las rueditas y dejese de pendejadas que su pana Greg está aquí para asesorarlo en cuestiones camarísticas.

    Los hijos saltan con cada cosa…a mi niña (tres años) que no come cuento con su mamá, la he embullado con un jueguito pendejo pero con el que nos reimos muchisimo…”de quien es esa orejitaaaa?”- “Mía!”, y así vamos inventando variantes con las respuestas, pero hoy le metió una variante a una pregunta y me dijo “de quien es esa nariz de payaaaaaaso???”…todavía me estoy riendo, jajaja!!!

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  6. Vicky Ledesma

    Bueno Dario muchisimas felicidades por lo del viaje, mis cookies n cream please.

    Por otro lado quiero me envies de las fotos que le tomes a la luna.

    Sobre las rueditas son etapa que debemos ir quemando por uno mismo aunque con la ayuda de alguien cercano, debes dejar que ella sienta la seguridad en si misma de que puede andar en su bici sin rueditas, con estas pequeñas cosas podemos ir dejando atras nuestros miedos y temores

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