Un niño eterno, de rizos dorados y sonrisa enigmática, que te visita y te ruega que le dibujes un cordero, que ama una flor, que tiene temor a que los baobabs terminen de invadir su pequeño planeta, que domesticó un zorro y que así como llega se va envuelto en misterio y naturalidad.

Es el Principito. La obra cumbre de Antoine Saint-Exùpery, el escritor, pintor y piloto de la Segunda Guerra Mundial, cumplirá en estos días 60 años desde su primera edición en español.

Pocos textos me han marcado tanto a lo largo de mi vida. Quien no haya leído alguna vez este librito auto-ilustrado, debería dedicarle un par de horas. O mejor dicho, debería leerlo muchas veces, quizás un poquito a la vez, para digerir con mejor tino la suerte de enseñanzas que contiene.

No es que El Principito pretenda ser un libro sagrado. Tampoco es un libro de auto-ayuda como los de Richard Bach, Chautémoc Cárdenas o Leo Buscaglia. Y aún así, en sus breves páginas se destila un torrente de sencillez y virtud que hace bien a toda alma que lo lea.

En Google aparecen decenas de versiones para leer online o descargar. Quien no lo haya visto nunca, está personalmente invitado a hacerlo. Quien ya lo haya leído, le regalo nuevamente el placer de dibujar un cordero.

Un extracto, del capítulo XXI, que refleja lo que es la amistad:

Fue entonces que apareció el zorro:

–Buen día –dijo el zorro.

–Buen día –respondió cortésmente el principito, que se dio vuelta pero no vio a nadie.

–Estoy aquí –dijo la voz–, bajo el manzano…

–¿Quién eres? –dijo el principito– Eres muy bonito…

–Soy un zorro –dijo el zorro.

–Ven a jugar conmigo –le propuso el principito– Estoy tan triste…

–No puedo jugar contigo– dijo el zorro –No estoy domesticado.

–¡Ah! perdón –dijo el principito.

Pero, después de reflexionar, agregó:

–¿Qué significa “domesticar”?

–No eres de aquí –dijo el zorro– ¿qué buscas?

–Busco a los hombres –dijo el principito– ¿Qué significa “domesticar”?

–Los hombres –dijo el zorro– tienen fusiles y cazan. ¡Es bien molesto! También crían gallinas. Es su único interés. ¿Buscas gallinas?

–No– dijo el principito. –Busco amigos. ¿Qué significa “domesticar”?

–Es algo demasiado olvidado –dijo el zorro– Significa “crear lazos…”

–¿Crear lazos?

–Claro –dijo el zorro– Todavía no eres para mí más que un niño parecido a otros cien mil niños. Y no te necesito. Y tú tampoco me necesitas. No soy para ti más que un zorro parecido a otros cien mil zorros. Pero, si me domesticas, tendremos necesidad uno del otro. Tú serás para mí único en el mundo. Yo seré para ti único en el mundo…

–Comienzo a entender –dijo el principito– Hay una flor… creo que me ha domesticado…

–Es posible –dijo el zorro– En la Tierra se ven todo tipo de cosas…

Maravillosa manera de describir la amistad. 🙂

5 Comments Desde el asteroide B 612

  1. Milonga

    el cielo es el limite, no?……al Principito lo lei como de 11 años, despues lo relei como a los 20…osea q ya casi me toca de nuevo…

    Chaus

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  2. Darío Martínez

    Yo perdí la cuenta de las veces que lo he leído… 🙂

    Gracias por la visita!

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  3. Emmanuel SC

    milonga tiene 29 – 31 :p
    Yo lo he leido, pero … como que no me convence , dario escribe muschisimo mejor 😀

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  4. Anonymous

    Darío, dimelo a mi, que ese fué mi primer desayuno cultural en el colegio, pero es lindo 😉

    Ciao!

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